ACTO III. BEETHOVEN Y EL SILENCIO.
Beethoven viaja de nuevo al futuro, al año 2016 y….
Aparece
Beethoven en la consulta del Dr. Caracol que camina lentamente, habla,
gesticula y reacciona también lentamente.
DR. CARACOL.— La intervención ha sido un éxito,
querido Ludwig. Su hipoacusia neurosensorial profunda bilateral ha sido
parcialmente compensada. Como sabe le hemos colocado un implante coclear
unilateral, claro. Ahora, me escucha. ¿verdad?
BEETHOVEN.— Sí, también toda esa maraña de pitidos y
ruedas que atormentan este lugar.
DR. CARACOL.— Es la ciencia, amigo, ahora el
dispositivo transforma las ondas sonaras en impulsos eléctricos que estimulan
el Nervio auditivo. Gracias a un largo trabajo de ingeniería, se ha
implementado una estructura fina para escucha musical que usted podrá disfrutar
especialmente, son los avances de los que puede disfrutar en el 2016.
BETHOVEN.— ¿Puede hablar más claro y con más ritmo?,
por favor.
DR. CARACOL.— ¡No me diga que no me escucha!
BEETHOVEN.— Demasiado bien, pero de qué me sirve si
no entiendo su jerga.
DR. CARACOL.— Ja, ja, ja. ¿Cómo explicarle? La nueva
estrategia de codificación le permitirá discernir los sonidos. Pero, como ya le
comentaron mis colegas, no le hemos puesto un oído nuevo.
BEETHOVEN.— ¿Entonces?
DR. CARACOL.— Hemos mejorado su audición aunque no
sea exactamente igual que antes.
BEETHOVEN. — ¿Qué suena? Dios mío, es la guerra.
El músico se tapa con la cortina.
DR. CARACOL.— Es un avión que va a aterrizar, estamos
muy cerca del aeropuerto. Me encanta viajar, cuando vuele…
BEETHOVEN.— ¿Duele? ¿Qué es lo que me va a doler? ¿Lo
que me han metido?
DR. CARACOL.— Vuele, vuele como los pájaros.
BEETHOVEN.— ¡Ah! Podré escucharlos, por fin.
DR. CARACOL.— Como decía, cuando vuele para regresar
a su ciudad puede ser molesto, incluso algunos no lo toleran. No se ponga nunca
en la parte de atrás y si es necesario retire el aparato.
BEETHOVEN.— ¿Qué? ¿Se puede volar?
DR. CARACOL.— Está todavía afectado por la anestesia…
BEETHOVEN.— No sé para qué escucho si no me entero de
nada.
DR. CARACOL.— ¿Ha venido con algún familiar?
BEETHOVEN.— No, están en Viena.
DR. CARACOL.— Le diré a la logopeda que necesita
usted más ayuda, lo hará encantada.
BEETHOVEN.— Yo no necesito a una loquera.
DR. CARACOL.— He dicho logopeda, ella le ayudará a
adaptarse al aparato.
BEETHOVEN.— ¿Dónde se ha visto una cosa igual? Será
el dichoso aparato el que tenga que estar a mi servicio.
DR. CARACOL.— Hombre, es otra forma de verlo, pero la
rehabilitación auditiva es fundamental.
BEETHOVEN.— No le entiendo, doctor, es imposible.
Además con ese bigote enorme, y con tanto ruido.
El Doctor se
atusa los bigotes que terminan en espiral, como si tuviera dos caracoles en
cada extremo.
DR. CARACOL.— Y dale con mi bigote. ¿Para qué les
opero yo? Para que no tengan que leer los labios. Ya me gustaría a mí quitarme
el nombre, digo, el bigote, pero entonces me quedaría sin lo que soy, sin lo
que me da personalidad.
BEETHOVEN.— Nos vamos entendiendo, porque eso es
exactamente lo que siento sin mi oído.
DR. CARACOL.— Ya, ya, ya me puedo imaginar, entonces.
BEETHOVEN.— Gracias Doctor, pero hasta que no vea
cómo escucho la música…
DR. CARACOL.—Vamos a poner la televisión.
BEETHOVEN.— ¿El qué?
DR. CARACOL.— Le veo un poco perdido. Mire con
atención.
Aparecen los
dibujos animados de “La Pantera Rosa” interpretando la “Quinta Sinfonía” de
Beethoven y una versión con mambo.
Y ahora…
Mientras escuchamos la Quinta Sinfonía vamos a cocinar…
EL plato que prepares tiene que ver con lo que te provoque la música.
¿Qué ingredientes necesitas?
¿Qué tiene que ver el plato que preparas con las sensaciones que la música te inspira?
Ahora, dinos tu receta ….. con salsa de la Quinta Sinfonía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario